martes, 10 de julio de 2012

Cuento maravilloso: El príncipe encantador


Érase una vez un príncipe al que le gustaba pasear por el bosque. Un día, mientras paseaba se encontró con una bella mujer que quiso robarle todas sus joyas. El príncipe la persiguió durante un largo rato, hasta que llegaron a un puente tan viejo que ninguno de los dos pudo pasar.
Mientras discutían, no se dieron cuenta de que el puente se llenó de trolls que también querían las joyas del príncipe James. Para que no se las llevaran el príncipe luchó con ellos, pero gracias a la misteriosa mujer los trolls se convirtieron en cucarachas y los dos pudieron escapar.
Muy sorprendido por lo que había pasado, James, preguntó:
-        -¿Qué ha pasado? ¿Cómo lo has hecho?
La misteriosa mujer le dijo que eran polvos de hadas, y que podían convertir cualquier cosa en un animal indefenso.
Después de recuperarse, decidieron ser amigos y seguir el camino juntos. Así que mientras caminaban la chica dijo:
-       - Me llamo Mery.
Desde ese momento comenzaron a charlar hasta que llegó el momento de la despedida. Mery volvió al bosque y James a su castillo donde le esperaba su futura esposa. Durante los días siguientes, el príncipe no dejó de pensar en Mery, pues se casaba porque su padre le había obligado. Pero un día, el príncipe, se escapó del castillo y fue a buscar a Mery.
La buscó por todo el bosque, preguntó a los animales y a las hadas pero no la encontró. Cuando ya pensaba que no la iba a encontrar, una alegre mañana mientras paseaba por ahí, la vio muy muy lejos. James corrió y corrió pero no la alcanzó. Ya muy cansado decidió recurrir al mago mas poderoso de toda la tierra, Still. Él sabía que Still le ayudaría a encontrar a Mery, aunque tendría que darle algo a cambio.
El mago le dijo donde se encontraba la Mery y cambio le dijo que le diese mucho oro, y James se lo dio sin dudarlo. Cuando salió del palacio de Still, montó en su caballo y fue a buscar a Mery.
Llegó a un lago y allí la vio, junto a una pequeña casita de madera. La abrazó, le dio un beso y fueron felices y comieron perdices.

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