Pepito era un niño tranquilo y humilde que
vivía con sus padres en una carroza de feria haciendo actuaciones con
marionetas.
A Pepito ese trabajo no le gustaba mucho
porque sus papás eran muy malos. Él era un niño muy trabajador, pero sus padres
nunca le daban monedas para poder comprar chucherías como hacían los otros
niños.
Nunca se quedaban en un mismo lugar, sino
que iban de ciudad en ciudad para enseñar sus marionetas. Y claro, así Pepito
nunca podía tener amigos.
Pasaron algunos años y Pepito se hizo
mayor, pero aun así seguía ayudando a sus ancianos padres. Un buen día,
mientras montaba el espectáculo, un niño se acercó y le preguntó:
-Hola, ¿qué estas haciendo?
Pepito, sorprendido, le contestó:
-Hola chico, estoy montando un espectáculo
de marionetas.
El niño, muy curioso quiso saber que eran
las marionetas, así que se quedó allí con Pepito para ayudarle a cambio de que
le dejase ver la actuación.
A Martín, pues así se llamaba el niño, le
gustó tanto que le pidió a Pepito que le dejará acompañarle, y éste aceptó,
pues nunca antes había tenido un amigo. Pero los padres de Pepito se negaron y
el pobre Martín se marcho muy triste.
Recogieron todo y empezaron a caminar hacia
otra ciudad. Como era de noche, Pepito se quedó solo mientras sus padres se
iban a dormir y, de repente, en mitad del camino, se encontró con Martín. Paró
corriendo la carroza y lo llamó:
-Pepito: Martín, Martín, ¿a dónde vas?
-Martín: Hola Pepito, voy a buscar un sitio para
dormir porque no tengo casa. Un día, fui con mis padres al bosque y me perdí, y
desde entonces no he vuelto a verles, así que por las noches sigo el canto de
los grillos para encontrar un sitio en el que dormir.
Los padres de Pepito se despertaron con el
ruido y salieron a decirle que siguiera el camino o se les haría muy tarde. Así
que se despidió de Martín y siguió su camino. Cuando paró para dormir, tuvo un
gran sueño.
Un hada madrina que sabía lo triste que
estaba le concedió un deseo, y lo que pidió fue convertirse en un grillo para
poder ir con Martín y ayudarle a encontrar a su familia.
Al día siguiente cuando despertó, se
sorprendió al darse cuenta de que no había sido un sueño, era un grillo de
verdad. Y desde aquel día fue libre y nunca jamás se separó de su amigo Martín.
Fin
No hay comentarios:
Publicar un comentario